El sacrificio de China en la Segunda Guerra Mundial

Ya estoy de vuelta tras el parón de agosto, y reaparezco con uno de los últimos coletazos que está dando de sí el 70º Aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial. Vamos al tema. Para conmemorar esta efeméride, China celebra esta semana un gran desfile militar donde también asistirán treinta jefes de estado de todo el planeta.

Hablamos mucho de Normandía, del determinante rol de la URSS contra los nazis, y a todos nos suenan batallas en el frente del Pacífico como Pearl Harbor, Guadalcanal o Iwo Jima. Pero el papel de China en la Segunda Guerra Mundial siempre ha quedado en un segundo plano, y eso que tiene el estatus de potencia vencedora junto a soviéticos, estadounidenses, británicos y franceses (y seguramente, con mucha más razón que estos últimos).

Nido de ametralladoras de las tropas chinas defendiendo Shanghai en 1937. (Fuente: Wikimedia).

De hecho, la lucha del Reino del Centro (aunque entonces ya era una república) contra el Imperio del Sol Naciente comenzó antes que el inicio “oficial” de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939 con la invasión de Polonia. Fue en 1937 con el estallido de la que se ha denominado Segunda Guerra Chino-Japonesa, un conflicto que quedaría englobado en el frente del Pacífico de la conflagración mundial tras el ataque a Pearl Harbor.

Si siempre recordamos el sacrificio en vidas de la URSS contra los nazis, el de China no es menos, ya que murieron entre 15 y 20 millones de personas (entonces el país tenía unos 517 millones de habitantes). Los chinos movilizaron alrededor de cinco millones de soldados que obligaron a los japoneses a desplegar un gran número de tropas que les habrían sido más útiles en otros lugares del Pacífico. Por ejemplo, en 1941 en el momento de la gran ofensiva nipona por Asia, tuvieron que mantener desplegadas en China 27 de sus 51 divisiones, entre ellas el poderoso Ejército de Kwantung, en el Manchukuo.

Tropas japonesas con protección química en la batalla de Shanghai. (Fuente: WIkimedia).

Además, China tuvo que hacer frente a terribles crímenes de guerra cometidos por los japoneses como la masacre de Nankín, el uso de armas químicas y bacteriológicas o los terribles experimentos de la Unidad 731. Antony Beevor lo ha definido muy bien en su libro La Segunda Guerra Mundial: “los chinos no podían imaginar el grado de crueldad con el que los japoneses iban a ser capaces de actuar”.

Por si no fuera poco todo esto, en el momento de la invasión japonesa de 1937 con el incidente del puente de Marco Polo, China llevaba una década inmersa en una guerra civil entre los comunistas de Mao Zedong y los nacionalistas del Kuomintang del generalísimo Chiang Kai-Shek. Los primeros se especializaron en acciones guerrilleras, mientras que los segundos, llevaron el peso de los combates convencionales.

Mao (izquierda) y Chiang (derecha) celebrando la victoria sobre los japoneses. (Fuente: Wikimedia).

Comunistas y nacionalistas firmaron una tregua para hacer frente a la invasión. Pero las reticencias estuvieron presentes durante todo el conflicto, y no siempre actuaron con la coordinación deseable. Chiang aseguró que “los japoneses eran una enfermedad en la piel y los comunistas eran una enfermedad en el corazón”. Como muestra, al poco de acabar la guerra contra Japón en 1945, comenzarían nuevamente los choques entre ambos bandos chinos, y que durarían hasta 1949 con la victoria de Mao.

Como os decía, la invasión japonesa comenzó en 1937. La estrategia nipona consistió en ocupar importantes ciudades como Shanghai o Nankín (por entonces, la capital del Kuomintang). Las tropas chinas demostraron mayor capacidad de resistencia de lo que esperaban los atacantes que consideraban que se enfrentaban a un enemigo racialmente inferior. Esto generó cierta frustración entre las fuerzas del Sol Naciente, lo que propició que cometieran atrocidades contra la población civil, para vengarse de la dureza de algunos combates.

Prisioneros chinos a punto de ser enterrados vivos en Nanking. (Fuente: Wikimedia).

Los principales avances nipones se produjeron entre 1937 y 1939. La facción civil del gobierno en Tokio esperaban que los chinos se rendirían si ocupaban zonas estratégicas como algunas ciudades costeras, Manchuria y otras partes del norte de China. Pero los militares se mostraban partidarios de una guerra total.

En 1939, los chinos consiguieron las primeras victorias (y muy costosas) en lugares como Suixian, Zaoyang, Changsha o Guangxi. En este punto, la guerra llegó a cierto estancamiento, ya que ninguno de los bandos tenía la capacidad para imponerse claramente al otro. Además, Japón sabía que el inminente estallido de la guerra en Europa, seguramente les obligaría a desplegar tropas en otros puntos de Asia, y también comenzaban los incidentes con la URSS en Mongolia y Manchuria que acabarían desembocando en una auténtica guerra fronteriza.

Un caza de fabricación soviética, I-16, con la bandera de la China nacionalista. (Fuente: Wikimedia).

Merece hacer un parón en las fases de la guerra para hablar ahora de la ayuda militar que hasta el momento había recibido China de las potencias extranjeras. Curiosamente, las mejores unidades del Kuomintang habían sido entrenadas por los alemanes en los años 30. Chiang era uno de los principales clientes de la industria armamentística nazi hasta que Hitler retiró la ayuda en 1938 cuando formalizó su alianza con Japón.

Flying_Tigers_personnel
Los Flying Tigers. (Fuente: Wikimedia).

Curiosamente, quien asumió el rol de apoyo a Chiang fue la Unión Soviética. Stalin haciendo gala de su pragmatismo y de priorizar los intereses de la URSS, temía verse atrapado por un ataque por dos frentes por parte de Alemania y Japón (y en especial tras la firma del Pacto Anticomintern). Decidió sacrificar la ayuda a Mao (de quien tampoco se fiaba) y apostó por armar al Kuomintang que al fin y al cabo tenía más tropas y parecían más capaces de desgastar a los nipones.

Chiang tampoco estaba cómodo con este apoyo, y siempre buscó la ayuda de las potencias occidentales y en especial Estados Unidos. La ayuda armamentística fue bastante limitada hasta 1941, aunque la causa china despertaba simpatías, y también fueron muchos voluntarios estadounidenses a luchar, como por ejemplo, los célebres pilotos de los Flying Tigers.

Un cartel estadounidense que abogaba por ayudar a China. (Fuente: Wikimedia).

Habría que esperar hasta el ataque a Pearl Harbor para que se materializara la colaboración militar. Los chinos fueron hábiles tras el bombardeo japonés, y rápidamente declararon la guerra a Alemania e Italia. También consiguieron alguna victoria militar más frente a los japoneses, lo que les hizo presentarse como unos aliados fiables. Pronto, la armas y suministros estadounidenses comenzaron a llegar, aunque con dificultades ya que los japoneses habían ocupado las vías de entrada en Birmania y Vietnam. En la Conferencia de El Cairo de 1943, Chiang consiguió el compromiso de Londres y Washington de que se expulsaría a los japoneses de los territorios que habían ocupado en China.

Una solución fue establecer un puente aéreo a través de los Himalaya para llevar ayuda desde India, conocido como la Joroba (The Hump). Una ruta muy peligrosa por la dura climatología y los ataques de la aviación japonesa a los aeródromos donde llegaban los suministros.

Chiang junto a Roosevelt y Churchill en la Conferencia de El Cairo en 1943. (Fuente: Wikimedia).

EEUU también envió al general Joseph Stilwell para asesorar a Chiang. Aunque el militar estadounidense estaba convencido que China era el mejor escenario para derrotar a los japoneses, sus relaciones con el generalísimo no fueron buenas, ya que el occidental consideraba a los mandos chinos como incompetentes y corruptos, y quería el mando absoluto de las fuerzas en este teatro de operaciones. Otra visión de Washington sobre China era utilizarla como portaaviones para atacar a Japón, como por ejemplo hicieron unidades como la 14ª Fuerza Aérea.

Estas incursiones aéreas alcanzaban las islas japonesas (como por ejemplo la Operación Matterhorn), lo que propició que Tokio lanzara la ofensiva Ichi-Go entre abril y diciembre de 1944, con el objetivo de acabar con estas bases, así como unir el territorio que ocupaban en China con el que dominaban en la Indochina francesa. Las fuerzas niponas emplearon a 400.000 hombres, 800 tanques, y 1.500 piezas de artillería, en una de sus mayores operaciones durante la Segunda Guerra Mundial.

Fuerzas japonesas durante la ofensiva Ichi-Go. (Fuente: Wikimedia).

La ofensiva tuvo un éxito aparente, los japoneses realizaron importantes avances territoriales y expulsaron a los aviones estadounidenses de sus bases. Pero si se mira en detalle, se ve cómo las tropas niponas ya daban muestras de un gran desgaste. Solo eran capaces de ocupar efectivamente las ciudades, mientras que el campo quedaba en manos de las guerrillas chinas, en especial los comunistas. Asimismo, los bombardeos norteamericanos solo necesitaron reubicarse en sus nuevas bases en Saipan y otras islas del Pacífico.

Además, el general Stilwell intentó hacerse nuevamente con el mando supremo de las fuerzas aliadas en China. Pero Chiang pidió su destitución, además, el estadounidense estaba muy cuestionado también por los británicos y en su país, le criticaban las grandes bajas sufridas en Birmania. Finalmente, fue destituido en octubre del 44, y el cargo lo ocupó el general Albert C. Wedemeyer.

Chiang Kai-Shek, su esposa y el general Stilwell. (Fuente: Wikimedia).

Otro factor que se sumó a la derrota de Japón, fueron las exitosas ofensivas que los chinos en el norte de Birmania que permitieron reabrir la ruta para la llegada de suministros. El nuevo material unido a una mejora del entrenamiento de las tropas chinas permitieron recuperar las provincias de Hunan y Guangxi en la primavera de 1945.

Para el verano de 1945 se había preparado una nueva ofensiva para retomar la provincia de Guandong. Pero ya se produjo el lanzamiento de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki y la ofensiva soviética en Manchuria propició que las tropas japonesas en China se rindieran.

Jueces del Tribunal Penal Internacional para el Lejano Oriente, creado para juzgar los crímenes de guerra de Japón. (Fuente: Wikimedia).

Como os he explicado en algún otro sitio, el recuerdo de la Segunda Guerra Mundial sigue envenenando las relaciones entre Japón y China. No es comparable a la situación de reconciliación que ha vivió Europa tras el conflicto. Desde la perspectiva China también hay polémica. El régimen comunista ensalza la labor de sus partisanos frente a la ocupación, y siempre intenta dejar en segundo plano los esfuerzos de los soldados del Kuomintang, aunque en el desfile de esta semana parece que se recupera (aunque sea parcialmente el papel de las tropas nacionalistas).

Por último, para quien quiera profundizar en la rivalidad entre China y Japón (y no sólo durante la Segunda Guerra Mundial), os recomiendo el podcast de Histocast, Drágon y Tigre en conflicto interminable,que se puede descargar aquí.

5 comentarios en “El sacrificio de China en la Segunda Guerra Mundial

  1. Muy interesenta este post. Me considero un aficionado a la Segunda Guerra Mundial y creia conocer todos los frentes con mayor o menor detalle, pero he de reconocer que este artículo me ha permitido aprender un frente bastante olvidado, y según parece, menospreciado por el resto de potencias, como es la contribución de China a la causa aliada. Siempre que se habla del Frente del Pacífico hablamos de las batallas navales, las invasiones americanas de las islas japonesas o los combates británicos en las selvas de Birmania, pero nunca había leído, hasta ahora, el papel tan importante de China y su guerra contra los japoneses.

    Gracias por hacernos conocer otros puntos de vista de la historia que, deliberadamente o por omisión involuntaria, han quedado ensombrecidos por otros más relevantes.

    1. Gracias por leerlo y por comentar. Como dices, el rol de China quedó ensombrecido por las otras potencias y los intereses que surgieron tras la Guerra Fría, ni Estados Unidos quería alimentar la propaganda de Mao recordando el conflicto y el bloque comunista estaba incómodo con el papel del Kuomintang que llevó el peso de los combates.

      1. Pero me sorprende la poca información sobre este tema. Ya te he comentado y ya sabes que me considero bastante aficionado a la historia y especialmente a la WWII, con multitud de libros, documentales, etc y me ha llamado la atención que seguramente tu post es el primero donde he podido leer el papel de China durante este conflicto y que, en cambio, en el resto siempre se ha omitido o, como mucho, alguna mención al papel de los Flying Tigers por ser una unidad mítica de la aviación americana.

        ¿Quizás la historia aliada quiso desmerecer los éxitos de un país que había entrado en el comunismo?

      2. Se juntó todo. Normalmente en Occidente no nos fijamos mucho en lo que sucede en otra parte del mundo, y no toman parte países occidentales.
        Fíjate que el origen de la Segunda Guerra Mundial se establece con la invasión de Polonia en septiembre de 1939, cuando en Asia se llevaba luchando dos años, e incluso los incidentes entre soviéticos y japoneses comenzaron meses antes que los combates en Europa. Los aliados no querían reconocer los méritos de un país que había entrado en la órbita comunista y a su vez el propio régimen comunista dio una visión muy sesgada del papel de China.

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