Olvidémonos de las Senkau/Diaoyu. Esta semana China y Vietnam han vivido uno de sus periódicos incidentes en el Mar del Sur de China por las islas Paracel. Está vez ha sido la intención de Beijing de construir una plataforma petrolífera en este archipiélago que controla desde 1974 y que Vietnam reclama, como ya he comentado alguna vez; y que además se tradujo en un choque de embarcaciones de ambos países.
Las disputas por estas islas viene de largo, y todo el Mar del Sur de China está lleno de puntos calientes reclamados por varios países. Según algunas opiniones, como esta que hemos visto en The Economist, las posibilidades de que Beijing y Hanoi lleguen a las manos son mayores. Al menos si creemos que la República Popular busca un enfrentamiento en esas aguas, su vecino vietnamita es la mejor opción, y más si vemos los últimos movimientos de Estados Unidos.

Solo hay que mirar los recientes movimientos. En su reciente gira por Asia, Barack Obama recordó a finales de abril que Estados Unidos honraría el Tratado de Defensa Mutua con Japón en caso de un conflicto en las célebres Senkaku/Diaoyu. Además, Washington ha firmado acuerdos en materia de defensa con Filipinas, un país que también mantiene contenciosos isleños con China.
Pero Vietnam no tiene al Tío Sam-Primo de Zumosol. Así que podría ser víctima del poder militar chino. Aunque Hanoi busca conseguir cierto contrapeso acercándose a India. Además, la Historia nos indica que estos dos países tienen cierta tendencia a ir a la guerra. Lo han hecho dos veces en los últimos 40 años, y las dinastías de Beijing han intentado invadir a sus vecinos en siete ocasiones.

La última fue en 1979 cuando China invadió a Vietnam, porque éste a su vez había invadido Camboya para acabar con los Jemeres Rojos. Un conflicto que duró un mes en su máxima intensidad y sin un ganador claro (con decenas de miles de soldados muertos en ambos bandos), pero luego entró en una fase de escaramuzas fronterizas hasta finales de la década de los 80.
Fueron choques principalmente terrestres, pero hubo un enfrentamiento naval en las islas Spratley (otro de los puntos de fricción actuales en el Mar del Sur de China), donde los vietnamitas se llevaron la peor parte con dos barcos hundidos y unos 70 marineros muertos.
Pero el caso más paradigmático fue la batalla de las islas Paracel. En 1974 la República Popular las ocupó, después de que la República de Vietnam del Sur expulsara a pescadores chinos de sus aguas, lo que provocó una respuesta militar.

Los sudvietnamitas implicados en la guerra de Vietnam y sin un firme apoyo de EEUU tras los acuerdos de París, no pudieron plantear una resistencia efectiva. Beijing ocupó las islas (aunque la cuestión se planteó en el Consejo de Seguridad de la ONU, no prosperó por el veto chino), que hoy en día mantiene bajo su control y que como vemos siguen siendo fuente de disputas hoy en día.
Así que vamos acabando con una serie de conclusiones. Estados Unidos no estará tan interesado en inmiscuirse en un conflicto sinovietnamita, a no ser que se ponga en riesgo la libertad de navegación (algo que no interesa tampoco a una potencial China agresora). Pese a que ambos países se enseñen los dientes en continuos incidentes, Vietnam aún no puede ni soñar con rivalizar con el poder militar chino, por lo que depende exclusivamente de la diplomacia para intentar contrarrestar las posibles ambiciones de su rival, aunque de momento ya ha tenido un primer fracaso en la reciente cumbre de la ASEAN, al no conseguir un apoyo rotundo.