Aprovechando que este domingo se ha conmemorado el 71 aniversario del final de la batalla de Stalingrado aprovecho para hablar de una novedad editorial reciente a la que no pude resistirme: Memorias de un francotirador en Stalingrado de Vassili Zaitsev (Editorial Crítica, 2014).
Por si ha caído aquí alguien que no sea un apasionado de la Segunda Guerra Mundial o un poco desmemoriado estamos hablando del francotirador más famoso de la Unión Soviética (aunque no el más letal). Jude Law lo encarnó en Enemigo a las puertas en la gran película de 2001.

En este caso, tenemos sus memorias de su puño y letra. No es un sesudo análisis de la célebre batalla urbana. Así pues, encontraremos sus conocidos orígenes son conocidos, nacido en 1915 en los Urales, y desde pequeño aprendió a cazar con “una escopeta de cañón único del calibre 20” que le regaló su abuelo.
Vemos a un Zaitsev que comenzó su andadura militar en la flota del Pacífico en Vladivostok en 1937, para luego ser trasladado al frente. De las páginas del libro trasciende que el francotirador se encuentra muy cómodo en su papel de héroe de la Unión Soviética. Aunque al principio por su baja estatura no despertaba gran admiración entre los mandos.

Sobre cómo nació la leyenda, la historia comienza a concretarse en el capítulo 8. Allí nos da los detalles de cómo se convirtió oficialmente en francotirador, incluso ponemos fecha exacta: el 21 de octubre de 1942, tras un brutal asalto a una de las fábricas de metalurgia.
Como el propio título indica, el relato transcurre entre los combates por las ruinas de Stalingrado. Encontramos los paisajes habituales de esta batalla: el Volga, las factorías Barricadi y Octubre Rojo o la colina Mamayev. Pero en especial se desprende el sentimiento de cazador (o de auténtico depredador) que a acompaña a Zaitsev en todo momento:
«Me gustaba ser francotirador y gozar de libertad para elegir a mi presa. A cada disparo era como si pudiera oír la bala atravesando el cráneo del enemigo, aunque el objetivo se hallara a seiscientos metros. A veces, los nazis miraban en mi dirección, como si me vieran, sin tener la menor idea de que les quedaban unos pocos segundos de vida».
En numerosas ocasiones, Zaitsev nos recuerda como prefería esperar a que apareciera un pez gordo –algún oficial superior- antes que disparar contra soldados rasos alemanes.

Por supuesto encontramos el duelo con Konings (o Koenigs, ese Ed Harris espectacular en la peli). Aquí vemos a Zaitsev un poco más humano cuando sabe que han enviado a un tirador de élite para tratar de cazarlo: “La noticia me inquietó. Yo estaba rendido, extenuado, y para un francotirador no hay peor enemigo que la fatiga. Un francotirador cansado actúa con prisa y pierde precisión”.
Evidentemente, Zaitsev da total credibilidad a la historia. Pero siempre ha existido la sombra de la duda sobre el duelo ¿fue una invención de la propaganda de la URSS? Anthony Beevor así lo ha defendido siempre como bien nos recordaba hace poco Jacinto Antón.
A lo largo de libro también destaca la contraposición del modus operandi de los francotiradores soviéticos y los alemanes. Los primeros actuaban en grupo, con Zaitsev como gran maestro, mientras que los segundos preferían operar principalmente como lobos solitarios. Este modus operandi confiando en tus camaradas les daba una superioridad sobre sus enemigos, tal y como se desprende de las palabra de Vassili.
En cualquier caso, la lectura de las Memorias de un francotirador en Stalingrado vale la pena. Siempre es bueno recurrir a un testimonio de primera mano de los hechos. Luego ya decidiréis si creéis ciegamente en lo que explica Zaitsev, pero es una buena manera de conocer una visión de alguien que estuvo en Stalingrado.
Yo estoy de acuerdo con la versión de Anthony Beevor, creo que Vassili Zaitsev merece su fama más a la propaganda soviética que a sus méritos como francotirador, que no dudo fueron excelentes pero como muchos de sus compañeros francotiradores. Como muestra la película, el comisario ruso decide utilizar la figura de Zaitsev para ensalzar la moral soviética en Stalingrado y es posible que los números fueran manipulados para engrandecer la leyenda.
Humildemente propongo un futuro post sobre Simo Häyhä, francotirador finlandés menos conocido que su homólogo soviético, con 542 bajas rusas durante la Guerra de Invierno.
Gran blog!!
¡Gracias! Llevo tiempo queriendo escribir algo sobre Simo Häyhä, así que tomo nota 🙂