No podía dejar escapar la efeméride del 75º aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial que conmemoramos este 1 de septiembre. He decidido por desmitificar uno de los episodios más repetidos que se vivieron aquellos primeros días cuando las tropas de la Alemania nazi invadieron Polonia, seguro que algún tertuliano despistado repite la leyenda en algún momento.

Como bien digo en el título del post, me refiero a la carga de los ulanos polacos contra una unidad de panzers alemanes. Una estampa romántica con valientes jinetes lanzándose contra los poderosos tanques que habían invadido el país. Lamentablemente fue una construcción fantasiosa del periodista italiano, el célebre Indro Montanelli, debido al relato “modificado” que dieron unos soldados alemanes.
La realidad fue muy distinta. La tarde de aquel 1 de septiembre de 1939, el 18º de Ulanos estaba cubriendo la retirada de una serie de unidades de infantería sorprendidas por la invasión. Cerca del pueblo de Krojanty los 250 jinetes de la unidad descubrieron a un grupo de soldados alemanes descansando. No dudaron ni un instante, y cargaron contra ellos poniéndolos en fuga y dejando unos 11 muertos en el campo de batalla.
Pero cuando parecía que los Ulanos iban a tener su victoria, aparecieron vehículos blindados de reconocimiento alemanes que atacaron a los jinetes, ocasionándoles más de una veintena de muertos y unos 50 heridos. Poco pudieron hacer a aquella unidad. Entre los fallecidos estaba su jefe, el coronel Kazimierz Mastalerz.

Como he dicho al principio del post, los periodistas llegaron al día siguiente donde las tropas alemanes explicaron que los polacos habían cargado contra los panzers para así justificar la masacre de los jinetes. Indro Montanelli publicó la historia en el Corriere della Sera el 13 de septiembre con el titular “Cavalli contro autoblindo”. Además, a todas las partes les pareció bien extender el mito. A los nazis porque demostraban su superioridad militar, y a los polacos porque daban muestra de su heroísmo.
El mito ha calado hondo. Ilustres personajes lo recogieron en su momento como real (y ya digo que estos días voy a ver quien pica), por ejemplo Gunter Grass en El Tambor de Hojalata, donde les da un auténtico aire quijotesco para aumentar su leyenda. O incluso un columnista de The Guardian la dio por buena en una crónica de 2009, y que poco después tuvo que publicar una disculpa que puede leerse en la primera líneas del texto.

Desde luego, la historia es tentadora de creer. En especial para los que somos fanáticos de las cargas de caballería. Son un tipo de acciones que tienen un aire de locura romántica irremediable. Esta es falsa, pero las hemos tenido de todo tipo: Alejandro Magno forjando su leyenda en el río Gránico, la de los tres reyes en las Navas de Tolosa contra los temidos almohades, la locura y la incompetencia en Balaklava o la última gran carga de la caballería británica en Omdurman.
Supongo que nos atrae por ese punto de valor loco, esa momento que te lanzas contra el enemigo. No es que uno espere subirse a un caballo de guerra, y ensarta con mandobles o lanzas a persas, almohades, rusos o mahdistas. Más bien esperas tener algo de ese valor ante las grandes dificultades de la vida, que deseo a todos los que caigáis por aquí no tengan nada que ver con cuestiones bélicas.
Bueno, estoy filosofando un poco, y supongo que me los que me leéis lo hacéis porque os hablo de Historia. Volviendo a la efeméride que me ha llevado a dar a la tecla, y volviendo al terreno de la realidad, lo cierto es que los polacos realizaron hasta 16 cargas contra los alemanes y los soviéticos durante la invasión de su país, y algunas fueron exitosas como en Krasnobrod (donde capturaron a 100 soldados de la Wehrmacht y al general Rudolf Koch-Erpach) o en Husynne (aquí los que se retiraron fueron tropas del Ejército Rojo).
La Segunda Guerra Mundial es el conflicto de la Blitzkrieg, de la generalización de los tanques y la aviación; pero la caballería aún tuvo sus momentos. Más allá de los polacos, hubo otras acciones destacables como los americanos del 26º regimiento de caballería en Filipinas en enero de 1942. Finalmente, no podría olvidarme de los italianos del regimiento Savoia arremetiendo contra un regimiento de la curtida infantería siberiana en agosto de 1942, ya que se considera la última carga de la historia.
No olvidemos al Regimiento Alcántara y su carga en Annual en 1921
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Es verdad, gracias por el apunte, Jesús. Una acción muy destacada y poco reconocida.