Cuando se toca un mito histórico, hay garantía de polémica. Me refiero a la noticia de esta semana la emisión de un documental en Alemania sobre el mariscal Erwin Rommel que cuestiona su aura de gran guerrero y hombre íntegro. Lo presenta como un fiel seguidor de Adolf Hitler, y entusiasta afiliado del partido nazi. La familia ya ha puesto el grito en el cielo, y en Alemania se ha generado el debate ante una de las pocas figuras de la Segunda Guerra Mundial a la que podían mirar sin avergonzarse.
Rommel, fue apodado el Zorro del Desierto, demostró su habilidad operacional cuando superó con la 7ª División panzer la Línea Maginot y fue la primera unidad alemana que alcanzó el Canal de la Mancha. Luego llegaron sus grandes triunfos en el Norte de África, incluso algunos han alabado su actuación en El Alemein por evitar una debacle total frente a las superiores fuerzas británicas (Montgomery se atribuyó la victoria).

El mariscal siempre se mostró interesado por el tipo de guerra más móvil. Incluso en las estáticas trincheras de la Primera Guerra Mundial se fogueó como un joven oficial de la infantería de asalto del ejército del káiser. Luego implementó este interés por la maniobrabilidad dentro de la doctrina Blitzkrieg. Su mito fue forjado por sus enemigos británicos, que querían ver a alguien honorable al frente del Afrika Korps que tantas humillaciones les estaba causando en los desiertos de Libia y Egipto.
Además de su habilidad militar, el Zorro del Desierto se hizo célebre por respetar a los prisioneros aliados, a la población civil y no permitió la ejecución sumaria de soldados judíos. Todo culminó cuando su nombre surgió de la boca de varios conspiradores de la operación Valquiria. Rommel habría sido una de las figuras claves del gobierno que habría surgido tras la muerte Hitler, aunque no tomó parte directa de la conspiración. El propio Churchill lo presentó como una figura que se opusó al Führer, cuando le obligaron a suicidarse.

Centrándonos en el documental revisionista, Rommel habría sido un arribista. Se habría unido al partido nazi y se habría convertido en un leal seguidor de Hitler. Así se aseguraba lograr los ascensos en la carrera militar. De otro modo le habría resultado difícil progresar en el escalafón militar dominado por las rancias familias de la aristocracia prusiana. Recordemos que la imagen del mariscal fue utilizada por la propaganda nazi para mostrar un modelo de militar nuevo en el Tercer Reich. Además, no le habrían importado mucho la vida de sus soldados.
La audiencia en Alemania fue de unos 6,3 millones de personas. El personaje sigue teniendo un fuerte tirón, casi 70 años después de su muerte en 1944. Pero no es la primera vez que se cuestiona su figura. En 2005, Der Spiegel publicó que Rommel habría aceptado la formación de una unidad especial de las SS para llevar el Holocausto hasta Palestina. Tras la victoria en Tobruk, parecía posible que los alemanes llegarán hasta Suez y desde allí lanzarse sobre Oriente Medio. Incluso Rommel se mostraba convencido que contarían con la simpatía de los árabes en su avance. La derrota en El Alemein habría evitado la extensión de la Solución Final.

Otras indicaciones de su posible filia con el nazismo, se puede encontrar en su obra La infantería al ataque, según algunas reseñas, Rommel utiliza expresiones para resaltar la superioridad de los soldados alemanes cercanas a esta ideología.
El tema es incómodo en Alemania, como todo lo que rodea al nazismo. Como he dicho, el Zorro es de lo poco que no podían avergonzarse. Las poblaciones del país tienen 22 calles con el nombre de Rommel, y dos cuarteles del ejército actual también tienen esta designación. Ahora, su héroe pasa de ser un antinazi a un alemán más de la época. Uno de aquellos miles de alemanes que aceptaron seguir a Hitler pensando que podían obtener algo mejor, que cerraron los ojos o miraron hacia otro lado ante los crímenes nazis. Que no fueron lo suficiente clarividentes o valientes para oponerse a aquello que se gestaba en Alemania.
Rommel no es el primer mito ni el último que caerá. Pero que fuera un nazi más no debe hacernos dar la espalda a la figura o a sus correrías por el norte de África. Releer al personaje y su tiempo siempre nos ayudará a seguir profundizando en nuestro pasado. Lo mismo se puede aplicar a Alejandro Magno, Genghis Khan o Napoleón Bonaparte.
Como cualquier personaje histórico, Rommel tiene claros y oscuros. No es el único. Claus von Stauffenberg, el cerebro tras Valquiria, había tenido también sus escarceos con los nazis. Y a pesar de haber actuado realmente contra el régimen, cosa que no hizo Rommel, ha sido ignorado en Alemania durante décadas.
Cierto, buen apunte David. La figura de Stauffenberg también ha sido muy controvertida pese a ser uno de los responsables del atentado contra Hitler
La guerra es caótica, y en la relectura o la revisión siempre es bueno investigar la visión propia, y la de los enemigos. En este punto, estaría bueno ver si se corresponde este testimonio con los relatos británicos, franceses y estadounidenses. Saludos
De haber ganado la guerra Hitler, todos estos heroes le habrian seguido siendo leales, conociendo el genocidio de judíos y otros. Solo disentieron cuando vieron cercana la derrota, y por querer salvar el pellejo