La semana pasada la NASA ponía fin a su programa de transbordadores espaciales con el último vuelo del Atlantis. Los recortes presupuestarios también han llegado a la agencial espacial norteamericana, y ahora se espera que la exploración del cosmos recaiga en buena parte en la iniciativa privada. Algunos medios de comunicación también se llenaron de noticias con cierta nostalgia por el fin de una etapa en la conquista de las estrellas.

Pero pensar que los tiempos en los que el interés de las potencias por el cosmos han pasado es un error. La Carrera Espacial ha despertado los sueños y las esperanzas de la Humanidad en el desarrollo científico, pero también hay un importante componente militar con la demostración de las capacidades al enemigo. En este punto es donde los países más poderosos del planeta parece que no tienen intenciones de tirar la toalla.
En uno de los primeros posts de este blog os hablaba de como EEUU, China o Rusia estaban desarrollando capacidades de combate en el ciberespacio. Pues la atmósfera de la Tierra también es el oscuro objeto de deseo de los principales ejércitos para intentar obtener una ventaja decisiva sobre sus rivales. Pero vayamos por partes.
Oficialmente existe un acuerdo de 1967, conocido coloquialmente como Tratado del Espacio Exterior, donde los estados firmantes se comprometen a no utilizar la atmósfera terrestre y la Luna como lugar para el desarrollo de actividades militares. Pero como sucede muchas veces ha quedado en papel mojado, al menos parcialmente. Las potencias han respetado que no se despliegue armamento de destrucción masiva en la atmósfera ni ninguna instalación militar (aunque esto está por ver si ha sido porque hasta la fecha no han tenido la capacidad y/o necesidad de hacerlo).
Hasta la fecha ha habido cierto acuerdo tácito en desplegar y respectar sin problemas satélites para comunicaciones y espionaje militar. Este pacto data de la época de la Guerra Fría, y luego el uso bélico de las estrellas pareció quedar relegado a los faroles de la Administración Reagan con el programa Star Wars para asustar a los soviéticos.
Pero el cambio de siglo ha traído un impulso a una carrera armamentística que se ha llevado en el máximo secreto por las diferentes potencias. En especial destaca el desarrollo de armas para inutilizar los satélites enemigos.
Conviene recordar el célebre Escudo Antimisíles que George W. Bush convirtió en uno de los pilares de su política exterior y que produjo enorme nerviosismo en Rusia y China, por la ventaja estratégica que podía otorgar a EEUU. Aunque el proyecto ha cambiado con la llegada de Obama al Despacho Oval. En lugar de desplegar una serie de bases en el centro y el este de Europa se ha optado por un complejo sistema de satélites y de defensa aérea desde sus modernos cruceros Aegis. Bush también apostó por la defensa como prioridad en el desarrollo de las misiones espaciales.
Como decía, los estadounidenses dispondrían de cierta capacidad militar para destruir satélites enemigos. Otros proyectos más oscuros y casi entrando ya en el terreno de la conspiranoia son el ultrasecreto prototipo del avión Aurora, una nave espía o de bombardeo con vuelo suborbital que les permitiría alcanzar cualquier punto del planeta en cuestión de minutos. Aunque oficialmente hay un silencio absoluto sobre este proyecto.
Otro factor a tener en cuenta es el desarrollo del X-37B, una nave espacial no tripulada que empezó a probarse en 1999 y estaba llamada a ser la heredera de los transbordadores de la NASA. Pero en 2004 el proyecto pasó a manos del Departamento de Defensa, y podría desempeñar funciones ofensivas como la destrucción de otros aparatos en órbita. En 2010, completó una misión secreta que abrió múltiples especulaciones sobre los nuevos límites de la militarización del espacio.
Uno de los cables filtrados por Wikileaks (para que veáis que como decía no todo es el bótox de Gadafi o el lívido de Berlusconi) habla de una verdadera carrera de armamento espacial entre EEUU y China. Ambos países se habrían enseñado los dientes derribando viejos satélites propios con mísiles, pero en una clara muestra de “mira lo que puedo hacerte”. Rusia sería el tercer país que estaría en el selecto club con capacidades para destruir artilugios en órbita a la Tierra. En este sentido, no habría que perder de vista en los próximos años a los programas de otras potencias emergentes en materia espacial como la India, Brasil o Irán.
El Pentágono lo dejó claro en 2000 al declarar que la superioridad espacial era un prioridad. China no quiere quedarse atrás y en la última década ha hecho enormes avances, y en algunos aspectos ya equipara las capacidades militares espaciales de los norteamericanos. Por su parte, Rusia ha asegurado que no va a quedarse atrás si otros despliegan armas en el espacio. Y otro día a lo mejor hablo del Helio-3.