Esta vez no ha sido ni Tíbet ni Xinjiang. La región autónoma de Mongolia Interior se ha rebelado contra las autoridades de Pekín. Ha sido esta semana y ha ocupado muy poco espacio en los medios, salvo algunas honrosas excepciones.
Un 17% de la población de la región es de etnia mongol y buena parte aún conserva su tradicional estilo de vida nómada. El gobierno chino en sus ansías de desarrollo extremo pone en peligro estas tradiciones creando parques eólicos en los pastos de los mongoles y con la explotación de yacimientos de tierras raras.
Como bien explicó ayer Josep Alay en una entrevista en Mapamundi del 8 de junio las causas de la revuelta hay que buscarlas en la desaparición de un disidente mongol Hada, tras su supuesta liberación en diciembre de 2010 después de una condena de 15 años por conspiración y la muerte de un mongol al ser arrolllado por un camión mientras protestaba por la presencia de una mina en una zona de pastos. El camionero era de etnia han (la mayoritaria en China) y actúan con total impunidad al saberse protegidos por las autoridades. Aunque Alay definió con esta contundencia la situación, las últimas informaciones apuntan a que el camionero habría sido condenado a muerte.
Como viene siendo habitual, Pekín ha prohibido el acceso a la zona y es muy difícil saber lo que está pasando desde finales de mayo cuando se produjo la muerte del pastor. De igual manera, la información vía Internet esta siendo censurada, ya sabemos que el gobierno chino es todo un maestro. Según la BBC ha muerto otro mongol y la presencia de fuerzas de seguridad es intimidatoria.
Bien, y ahora la pregunta del millón ¿Por qué la comunidad internacional no levanta la voz? Como viene siendo habitual, la respuesta amigos míos está en el subsuelo. Como he dicho y como apuntó Alay en la entrevista, Mongolia Interior es rica en tierras raras. Estas materias primas además de tener un espacio propio en la tabla periódica de los elementos son fundamentales para el desarrollo de las baterías de nuestros teléfonos móviles, reproductores MP3, videoconsolas portátiles,…
Por último también está la cuestión de la energía. No, por una vez las petroleras no son las malas de la película. Mongolia Interior tiene una geografía perfecta para el desarrollo de la energía eólica con grandes llanuras y desiertos. Esto ha hecho que la República Popular haya fomentado la entrada de compañías de este tipo para intentar reducir su dependencia del petróleo. Las empresas instalan sus aerogeneradores sin importarles mucho si afectan a los pastos de los nómadas mongoles. En la citada entrevista, Alay señala como a una de las principales responsables de esta política de dudosa moralidad a Gamesa, empresa española y sus negocios en China suponen un tercio de sus beneficios.