Debo reconocer que la revuelta en Egipto me ha cogido a pie cambiado por mi viaje a Cuba. Desde que he vuelto estoy haciendo un intensivo para ponerme al día. De lo poco que pude ver allí, fue en una televisión de EEUU vía satélite que establecía paralelismos con lo que sucedía en el país del Nilo y lo vivido en Irán en 1979. Incluso Teherán ha dicho que ve en esta insurrección algo parecido a lo que paso hace 32 años, dentro de sus fronteras.
Personalmente, creo que el paralelismo es arriesgado. En primer lugar los islamistas egipcios no tienen el discurso antiestadounidense que marcó la revuelta de los ayatolás y que culminó con la ocupación de la embajada de EEUU. Además, esta vez Washington está haciendo llamamientos a la democratización; mientras que en el 79 dieron un apoyo total al Shah. Asimismo, parece los Hermanos Musulmanes han aceptado la interacción con las otras fuerzas democráticas encabezadas por Mohammed El-Baradei; cuesta imaginar que pretendan crear un estado islamista con una alianza con los partidos laicos.
Por otro lado, Egipto es un país sunnita, mientras que Irán es chiíta. Esta segunda corriente del Islam tiene una jerarquía religiosa más marcada, lo que permite que los líderes espirituales de las comunidades tengan un peso más importante en otros ámbitos, como sería la política.
Sí, olvidémonos de tópicos y de demonios, el Islam es compatible con la democracia, y no todo lo “islamista” equivale a taliban o Al-Qaeda. Además, por las propias condiciones sociales de estos países no se puede implantar un modelo plenamente laico de la noche a la mañana. En un país pobre, los Hermanos Musulmanes a través de la religión han ofrecido una vía de oposición a un pueblo harto de la corrupción de sus dirigentes.
Los Hermanos Musulmanes han demostrado que tienen voluntad en participar en el juego democrático y han rechazado la vía terrorista. El discurso en Irán en 1979 llamaba al martirio y la dura represión del ejército del Shah y su policía secreta alimentaban el discurso radical. En Egipto hemos visto como los militares se han mantenido al margen, y los islamistas no tienen nada parecido a una milicia paramilitar, como sucedió en el país persa. Insisto, no creo que haya que temer las manifestaciones en El Cairo. De hecho, y vistas las últimas noticias los ayatolás sí que temen movilizaciones similares en su país y han prohibido manifestaciones de la oposicion el 14 de febrero, 32 aniversario de su revolución.