Malos tiempos para ser dictador. Ayer vimos como Hosni Mubarak claudicaba por fin, y abre una etapa de esperanza para el pueblo egipcio; hoy veo que la justicia de Pakistán ha emitido una orden de arresto contra el exdictador Pervez Musharraf por su responsabilidad en el asesinato de Benazir Bhutto en 2007.
Básicamente, se le acusa de no dar suficiente protección a la candidata a las elecciones en el país, y además habría ordenado la limpieza de la escena del crimen con una excesiva celeridad.
El tribunal pakistaní ha emitido la orden después de que Musharraf se negara a contestar las preguntas del interrogatorio en su exilio autoimpuesto en Londres después de abandonar el poder en 2008.
Todo esto nos lleva a la vieja cuestión del poder que tienen los militares en Pakistán y sus poderosos servicios secretos, el ISI. Desde el primer momento del atentado contra Benazir Bhutto se apuntó a su implicación en el crimen. Esta familia era enemiga declarada de la agencia que había denunciado algunos de sus abusos (también hay sospechas que estuviera tras la muerte del hermano de Benazir, Shahnawaz, en 1985). A parecer la propia política pakistaní iba a sacar la luz la financiación del partido político de Musharraf con fondos de EEUU que deberían ir destinado a la lucha contra Al Qaeda y los talibanes.
Musharraf ya ha salido desafiante, asegurando que no comparecerá ante el tribunal el próximo 19 de febrero; y que volverá al país porque quiere participar en las elecciones legislativas de 2013.