
Lo sé, voy un poco tarde, pero no he podido ponerme antes. Bueno, dicen que más vale tarde que nunca. Hoy hemos tenido una intensa ración de la masacre de Tiananmen, al fin y al cabo se conmemoraban los 25 años de aquellos hechos. Uno de los aspectos que más me ha llamado la atención es que pese a la imagen férrea y monolítica que se da del régimen chino, el Ejército Popular de Liberación estuvo muy dividido aquellos días.
Esta magnífica pieza de The New York Times lo narra con todo lujo de detalles. Al ver que la protesta iba a entrar en su segundo mes (había comenzado en 1989), los líderes chinos que ya habían impuesto la ley marcial querían saber si contaban con el apoyo de los militares. Todos mostraron su respaldo, salvo uno. Era el general Xu Qixian, al mando del 38º Ejército. Como veis no todo es obediencia debida.

Dijo que prefería que lo ahorcaran a pasar a ser recordado como un criminal. Además, su unidad estaba muy vinculada a Beijing, había reclutas eran de allí, y muchos de los estudiantes que se manifestaban habían prestado servicio militar allí. Por lo que desde un primer momento, estas unidades se mostraron reacias a utilizar la fuerza contra los civiles. Por último, se trataba de una de las formaciones con mejor equipamiento en la Región Militar de Beijing, por lo que la negativa del general Qixian puso muy nerviosos a los líderes del Partido Comunista Chino.
Evidentemente, el general fue arrestado, condenado a cinco años de prisión y expulsado del Partido. El 38º Ejército fue movilizado bajo el mando de Zhang Meiyuan, para que demostrar su lealtad. Aunque había desconfianza entre las otras unidades que creían que se pusiera del lado de los manifestantes.
Finalmente también abrieron fuego contra la multitud, incluso hay algunas fuente como el del activista Wu Renhua que afirma que finalmente las tropas del 38º Ejército fueron las que causaron más bajas. Con todo, en el ideario popular de Beijing quedó la imagen que esta unidad se comportó bien con los manifestantes, mientras que el 27º Ejército se llevó la fama de ser el más represivo.
En cualquier caso, el miedo a una división de los militares del Ejército Popular de Liberación fue patente en el régimen aquella primavera de 1989. El descontento fue más allá de las unidades del 38º, varios oficiales no eran favorables de usar la fuerza contra los manifestantes. En aquel momento se habló de enfrentamientos armados entre las unidades, aunque hoy parece que se ha desmentido.