Las vergüenzas de la UE en Túnez

Lo prometido es deuda, así que hoy toca hablar un poquito de Túnez. Todo el mundo parece contento con la revuelta que ha provocado la caída del dictador Ben Alí. Desde luego es una buena noticia que un dictador tenga que huir del poder… aunque sería mejor que lo plantaran ante un juez. Perdón, ¿he dicho dictador? hasta hace unos meses -o ¿quizá debería decir semanas?- este país era un ejemplo de democracia y Occidente le daba palmaditas en la espalda.

El estallido de la revuelta ya se ha comentado ampliamente en los medios: empobrecimiento de la población y la inmolación de un joven parado fue la espoleta de la revuelta. Pero las reacciones internacionales es lo que más me ha llamado la atención. La Unión Europea no dijo nada hasta que el presidente tunecino salió corriendo, y entonces sí que aplaudió la llegada de la democracia.


En casos más concretos de los países del Viejo Continente, Francia en su papel de antigua potencia colonial siempre ha tutelado lo que ha sucedido en el país; al igual que España. Ambos países han preferido defender sus intereses económicos en el Magreb y no querer ver la persecución a los partidos de la oposición que no participaban en la farsa del régimen tunecino.

EEUU ha estado más avispado, supo apoyar las protestas y condenó el uso desproporcionado de la fuerza por parte de la policía. Barack Obama se mostró especialmente entusiasmado con las ganas de libertad del pueblo tunecino.


Túnez se había mostrado como un ejemplo de democracia para el mundo musulmán. Su aparente sistema parlamentario era una farsa y sus leyes de Internet y medios de comunicación eran tan restrictivas como las de China o Irán ¿Alguién había leído algo? No. Como se iba a decir algo de un amigo de Occidente, un aliado en la lucha contra el terrorismo, o de un país que era un ejemplo para el Fondo Monetario Internacional. Pero luego se ha visto la realidad.

La Unión Europea quiere presentarse ante el mundo como un paladín de la democracia y los Derechos Humanos. Es su gran baza ya que carece del poder militar de EEUU, y su fuerza económica está en declive frente a las potencias emergentes. Es cierto que el grado de libertad en el Viejo Continente es envidiable; pero más allá de sus fronteras utiliza otro baremo. Si sigue así puede perder su credibilidad y se acabara convirtiendo en un pigmeo de la escena internacional.

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