Perdón por el retraso. Concluyo mi repaso a las franquicias de Al-Qaeda centrándome en el continente asiático. Aunque ahora la atención informativa se centra en África, estos grupos son verdaderos veteranos de la lucha yihadista. Muchos de ellos ya tenían una presencia importante antes de los atentado del 11-S, y llevaban su propia lucha desde Uzbekistán a Filipinas. Por lo que el apelativo de «aliados» de la red terrorista quizá sea más adecuado. Eso sí suelen establecer relaciones beneficiosas para las dos partes: el grupo en cuestión obtiene entrenamiento y financiación y Al-Qaeda muestra su capacidad para extender los tentáculos.
Movimiento Islámico de Uzbekistán: En los años 90 fue especialmente activo en Asia Central. Fue la bestia negra de la dictadura de los Karimov, y el temor del resto de ex repúblicas soviéticas de la zona. También intervinieron en la compleja guerra civil en Tayikistán. Su líder era el carismático Juma Namangani, un veterano del ejército soviético que volvió imbuido del islamismo de Afganistán a finales de los 80 (murió en 2001 luchando contra la Alianza del Norte y EEUU).
Se aliaron con los talibanes y Al-Qaeda a finales de los 90. Tras el 11-S, la represalia militar de EEUU sobre Afganistán diezmó al grupo que huyó a la zona tribal del Noroeste de Pakistán. Desde hace unos pocos años se ha especulado sobre un posible renacimiento de este grupo, con incursiones en puntos de Asia Central como los recientes estallidos de violencia en Tayikistán. Aunque hay quien considera que el grupo tiene una capacidad de acción muy limitada fuera de Pakistán ya que han sido muy castigados por los ataques de drones.
Jemaah Islamiyah: es el grupo terrorista indonesio. Captó la atención de los medios internacionales con el gran atentado en Bali a finales de 2002 donde murieron 202 personas, principales turistas australianos. Opera principalmente en Indonesia, pero también tiene miembros en otros puntos del Sureste asiático. Se fundó en los 80, pero al principio no utilizaba la violencia en su reclamación de crear un estado islámico en esa zona del mundo.
La organización estableció vínculos con Al-Qaeda en Afganistán durante los años 90, cuando también optaron por la lucha armada. Desde los atentados de Bali se produjeron una serie de atentados en Yakarta contra hoteles con occidentales. Su actividad ha descendido sensiblemente en los últimos años ante la fuerte presión de las autoridades indonesias, y el gobierno filipino también les ha golpeado recientemente.

Abu Sayyaf: este grupo se enmarca en el largo conflicto en el sur de Mindano, zona de mayor población musulmana. Son una escisión del Frente Moro de Liberación Nacional. También se consideran aliados de Al-Qaeda. Tienen el horroroso récord de haber cometido el mayor atentado de la historia en alta mar: la voladura de un ferry en 2004 donde murieron 116 personas.
Algunas fuentes los consideran aliados o incluso un subgrupo de Jemaah Islamiyah. También se les ha acusado de financiarse a través de redes de beneficencia musulmana en la región. Así recibiría fondos de Al-Qaeda. Contaría con unos 500 miembros, y tras los recientes acuerdos de paz en Mindanao, serían el único grupo que mantiene la lucha armada en Manila. Desde el 11-S Estados Unidos se ha implicado directamente en la persecución de este grupo, aportando centenares de agentes, aunque teóricamente no pueden tomar acción directa según la ley filipina.

Lashkar-e-Taiba: grupo terrorista que lucha por liberar a Cachemira de la dominación india. Se crearon en 1990 y operan desde Pakistán. Su principal objetivo han sido las fuerzas de Nueva Delhi en esta disputada región, pero desde principios del siglo XXI dieron un salto en sus acciones con ataques tan audaces como el del Parlamento indio, los trenes en Mumbai en 2006, o los atentados en esa misma ciudad en 2008.
Además de aliados de Al-Qaeda, también se les ha considerado un instrumento del ISI (servicios secretos pakistaníes) en su pugna eterna con India. Evidentemente, los gobiernos de Islamabad siempre han negado la ayuda, aunque muchos de sus atentados han generado situaciones de alta tensión con el país vecinos, poniendo a ambos estados al borde de la guerra. El ejemplo más claro fue la escalada militar entre India y Pakistán tras el atentado al Parlamento de Nueva Delhi.
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Completo la serie dedicada a las franquicias de Al-Qaeda. Ya tenéis la tercera entrega en Realpolitik.